Psicólogos Duelo Zaragoza

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¿QUÉ ES EL DUELO? 

 
El duelo es una sensación de pérdida sin posibilidad de recuperación como la que se da en fallecimientos, ruptura de pareja, pérdida de trabajo, etc. Por lo tanto, las emociones y sentimientos que se producen como consecuencia de la pérdida de un ser querido son muy similares a las emociones y sentimientos que podemos tener, por ejemplo, ante la pérdida como consecuencia de un divorcio o ante la pérdida de una relación laboral.
 
El duelo es una experiencia global, que afecta a la persona en seis ámbitos: psicológico, emotivo, mental, social, físico y espiritual. Es un proceso durante el cual se atraviesan diferentes etapas, y donde el doliente debe de trabajar, de realizar una serie de tareas con la finalidad de poder superar de la manera más adecuada el proceso de duelo.
 
 

TIPOS DE PÉRDIDAS     

 
  • Fallecimientos. Muerte de seres queridos, aborto, muerte infantil temprana… Son el tipo de pérdidas más importantes, pérdidas vitales y totales. 
  • Pérdidas de la salud. Enfermedades recurrentes tanto físicas como psicológicas que limitan nuestra vida, pérdidas físicas (amputaciones), como psicológicas, por ejemplo, la autoestima, o valores, ideales, ilusiones, etc.
  • Pérdidas materiales: pérdidas ligadas con aspectos materiales, económicos, estatus o situaciones sociales. Ejemplos: la pérdida laboral tales como despidos, desahucios, pérdida de situaciones sociales, cambios migratorios, así como desastres naturales que nos llevan a una situación de cambio vital y un proceso constante de readaptación. 
  • Pérdidas emocionales. Son pérdidas relacionadas con los aspectos afectivos, pérdidas de pareja (divorcios, separaciones, ruptura sentimental), pérdida de relaciones familiares (problemas y pérdida de vínculo con hermanos y otros familiares), pérdida de sueños y expectativas frustradas (soledad no elegida, no poder tener hijos, sueños laborales que no han podido cumplirse…
  • Pérdidas ligadas con el desarrollo. Son pérdidas relacionadas con el propio crecimiento, con el propio ciclo vital normal, como puede ser el paso por las distintas etapas o edades, infancia, adolescencia, juventud, menopausia, jubilación, vejez. En todas ellas tenemos que vivir un proceso de aceptación y pérdida, un proceso por lo tanto de duelo.
 
 

TIPOS DE DUELO

 
  • Duelo normal:
Este proceso se desarrolla de manera individual, no hay dos duelos iguales ni dos personas que pasen el duelo de la misma manera, aunque ambas hubieran estado igualmente vinculadas al difunto. Al mismo tiempo, es importante tener en cuenta que en el camino puede haber tropiezos, y retrocesos. 
 
El proceso de duelo puede durar entre 6 y 18 meses, aunque su duración es al menos de uno o dos años, dependiendo del tipo de fallecimiento, grado de parentesco…, y la aflicción va disminuyendo en frecuencia e intensidad. El proceso se acentúa en determinadas fechas. Generalmente su duración es superior a lo que la sociedad actual acepta.
 
  • Duelo patológico:
Lo que distingue el duelo normal del anormal o patológico es la intensidad y la duración de las reacciones en el tiempo. El duelo patológico se produce cuando la persona se ve superada por la pérdida, llevando consigo una ruptura de su equilibrio físico y psíquico, y necesitando, por tanto, ayuda profesional y terapéutica. 
 
  • Duelo anticipado:
El duelo anticipado tiene lugar en aquellos tipos de pérdidas que facilitan el desapego emotivo antes de que ocurra la muerte, por ejemplo en las enfermedades crónicas. 
 
  • Retardado:
El duelo retardado se muestra en aquellas personas que en las fases iniciales del duelo son capaces de mantener el control de la situación sin dar signos aparentes de sufrimiento. La preocupación de ayudar a familiares y atender diversas exigencias de las circunstancias no les deja tiempo para ocuparse de sí mismas.
 
 

FASES DEL DUELO

 
Elaborar un proceso de duelo implica atravesar varias fases que van desde la negación hasta la aceptación. El objetivo en el proceso de duelo no es olvidar a la persona fallecida, si no recordarla con una tristeza sostenible.
 
1. Negación.
Puede durar desde horas a un tiempo ilimitado. Durante esta fase seguimos buscando al fallecido, tenemos la sensación de que la pérdida no es real, como si fuera un mal sueño. 
 
2. Ira.
La rabia y la ira son emociones muy lábiles, si me permito sentirlas, sin juzgarlas, se digieren y colocan mucho más rápidamente que si intento negarlas o maquillarlas.
 
3. Culpa.
Cuando la rabia la ira no se expresa o no se permite, se vuelve contra uno en forma de culpa. La culpa tiene algo de enfado con uno mismo.
 
4. Negociación.
La persona comienza la negociación por la pérdida y trata de encontrar maneras de revertir la situación y compensar lo que ha perdido.
 
5. Tristeza.
Llorar es natural ante la pérdida. La tristeza es la emoción desagradable que mejor sostenemos, aunque la cortocircuitemos antes de lo que necesitamos, suele ser la emoción que menos le cuesta manejar a nuestra sociedad.
 
6. Reconstrucción.
La persona inicia el proceso de reconstrucción de su vida mediante la búsqueda de soluciones y formas de salir de su dolor.
 
7. Aceptación.
La aceptación es la última de las etapas de duelo. Se define por acciones concretas dónde nos intentamos recomponer, reorganizar y engancharnos al tren de la vida.
 
8. Integración.
En esta fase la persona ha sido capaz de integrar la pérdida en su interior, en su sistema de creencias, ha conseguido aprender a recordar al fallecido y sobre todo y más importante a descubrir su nuevo “Yo”. 
 
 

TERAPIA DUELO ZARAGOZA

 
En Psicólogos Zaragoza somos expertos en intervención en duelo y realizamos terapia psicológica para diversos duelos (fallecimientos, duelo por ruptura de pareja, duelos ante cambios vitales como la menopausia o jubilación, duelos por cualquier tipo de pérdida que produzca afectación en diversas áreas de la vida cotidiana).
 
Señales de alerta de un posible duelo patológico que requiere solicitar terapia psicológica:
 
  • Falta total de respuesta ante la muerte. 
En el duelo patológico esta respuesta inicial de shock se prolonga en el tiempo, el doliente no “rompe emocionalmente” y parece mantener el control de la situación sin dar signos aparentes de sufrimiento.
 
  • El dolor intenso se prolonga excesivamente.
Aquella persona cuyos sentimientos y emociones ante la pérdida se prolongan de manera continuada en el tiempo, y manifiesta lloros continuos, inestabilidad anímica, etc., habiendo pasado un tiempo prudencial después del fallecimiento, corre el peligro de desarrollar duelo patológico. 
 
  • Sentimientos desproporcionados de culpa.
La culpa es una de las reacciones más normales en el proceso de duelo, pero cuando estos sentimientos son desproporcionados en intensidad y en relación al tiempo, podríamos estar ante un duelo patológico. 
 
  • Idealización de la persona fallecida.
Es normal que cuando un ser querido fallece se le idealice pero si la idealización se mantiene con el paso del tiempo, sería un signo de complicación en el proceso de duelo.
 
  • Ausencia de recursos personales, familiares y sociales.
Aquella persona que no disponga de recursos sociales, personales o familiares que la apoyen durante el proceso de duelo, tendrá una mayor probabilidad de caer en procesos patológicos de duelo.
 
  • Una historia previa de trastornos psicológicos como ansiedad y depresión también aumenta la probabilidad de vivir un duelo patológico.
  • Estar absorto en los recuerdos pasados más de dos años, conservando todos los recuerdos.
  • *Síntomas hipocondríacos relacionados con la enfermedad:
La persona se identifica con síntomas que tuvo el fallecido y esta identificación se prolonga en el tiempo.
 
  • Dependencia a sustancias adictivas: tabaco, alcohol, ansiolíticos, antidepresivos.
  • Agotamiento nervioso.
El estrés que se ha mantenido en el tiempo genera trastornos psicofisiológicos (aumento de riesgo cardiovascular, hipertensión, ansiedad generalizada…).
 

“El objetivo en la terapia de duelo es conseguir recordar a la persona querida y perdida sin un dolor intenso y ser capaz de dirigir la energía emocional dentro de la propia vida y recuperar la capacidad de amar”.

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