MI PAREJA QUIERE DIVORCIARSE Y YO NO
Uno de los sentimientos asociados al divorcio es el de fracaso vital, expresado por quien lo vive como «he fracasado», «nuestro proyecto de 15 años ha fracasado»,» siento que tiro años de mi vida a la basura», etc..
Y es que dejar una relación de pareja, y más cuando se ha permanecido años conviviendo no es fácil, provoca malestar y sufrimiento y supone un gran reajuste en la vida de la persona, un «empezar de cero«, por eso muchas personas acuden a terapia psicológica tras un proceso de divorcio,(separación o ruptura de pareja) o cuando ya han decidido divorciarse o incluso antes, cuando ya tienen dudas sobre seguir en la relación o romper.
Realmente, se puede considerar el divorcio como una salida de salud psicológica, en la medida en que el divorcio no se decide de la noche a la mañana sino que se suele plantear tras llevar años de situaciones de apatía, dolor, interacciones negativas; que minan la calidad de vida y ausencia de refuerzos positivos y momentos de satisfacción de pareja.
¿Cuáles son las reacciones típicas cuando alguien te deja?
Existen reacciones poco saludables ante alguien que decide romper, y más cuando se trata de un divorcio, que empeoran la situación y no beneficia a ninguna de las dos partes.
Estas son las reacciones que he visto con más frecuencia en la consulta tras una separación o divorcio:
-Suplicar arreglarlo: insistir en arreglar la relación cuando ya ha habido varios intentos infructuosos por salvar la relación.
-Prometer cambiar ciertas actitudes o problemas: «controlaré mis celos», «resolveré mis problemas sexuales», «me controlaré a partir de ahora»..
-Amenazar con que a partir de ahora todo será peor.
-Amenazar con la propia salud psicológica: «ahora voy a beber más por tu culpa», «no quiero vivir», «si estoy mal es porque tú así lo has querido»..
-Hacer chantaje emocional.
-Hablar mal a los hijos del padre o madre.
-«Utilizar» a los hijos como instrumento: «no vas a ver a tus hijos a partir de ahora», «voy a intentar tener yo solo la custodia»…
Son reacciones que provocan más alejamiento por parte del que ha tomado la decisión de separarse o divorciarse ya que generalmente ha estado dudando sobre su relación y se lo ha replanteado a veces incluso durante años además de sentir pena y culpabilidad y otras veces incluso tras haber intentado una terapia de pareja como «último cartucho».
En muchos casos también se produce tras haber vivido ya un divorcio emocional (se convive pero cada uno está «en su propio mundo», como dicen a veces «somos compañeros de piso» o «llevamos vidas paralelas»).
Aunque a veces socialmente se habla de separación o divorcio como si no tuviera un coste emocional para ninguno de la pareja, lo cierto es que en mi práctica clínica con estos casos no he conocido a nadie que haya tomado la decisión de romper sin experimentar una emoción como tristeza, pena, culpabilidad, ira, nostalgia.
¿Se puede saber si un divorcio puede convertirse en algo traumático?
Existe una serie de predictores de un divorcio traumático:
-Tener sentimientos ambivalentes ante el divorcio.
-Tener un vínculo emocional muy intenso o dependencia afectiva hacia el otro.
-Desaprobar personalmente el divorcio.
-Resultar discriminado como consecuencia del divorcio.
-Deseos intensos de castigar al otro.
-Haber iniciado uno de los dos el proceso de divorcio sin mencionar nada al otro.
-Experimentar desaprobación por parte de personas significativas ante el divorcio.
Señales de divorcio
Existen una serie de señales que pueden predecir que una relación de pareja va a terminar, produciéndose la separación o divorcio.
Estos indicios son muy evidentes del estado de la relación aunque uno de los dos miembros de la pareja (en especial, el que no toma la decisión activa a la hora de divorciarse) puede pasarlos por alto o minimizar su impacto en la relación.
-Discusiones que se plantean de un modo violento.
Por mucho que se intente ser agradable si una discusión tiene un planteamiento violento, terminará con una nota negativa.
-Críticas repetidas en la pareja.
Mientras que una queja se centra en un comportamiento específico (ej «me molesta que no hayas recogido la cocina»), una crítica va más allá e incluye la culpa (ej «¿por qué no lo has hecho?, eres un desastre, no te soporto»).
-Desprecio: puede ser verbal o no verbal (gestos, tono de voz) y aumenta siempre el conflicto. El desprecio aumenta por los pensamientos negativos sobre la pareja, guardados durante mucho tiempo.
-Se vive como «compañeros de piso» sin haber espacios de intimidad para la pareja y muchas veces ya no hay muestras de afecto ni relaciones sexuales.
-Sentimientos de infelicidad, insatisfacción, de que el otro «molesta».
-Todo supone un gran esfuerzo: cualquier conversación por algo cotidiano se puede volver en un drama plagado de desacuerdos, reproches o discusiones por cosas nimias.
-Patrones de conducta disfuncionales: enfados, reconciliación con promesas de cambio, charla y vuelta a empezar con una discusión. Bucles repetitivos.
-Dificultades en la comunicación que llevan a discusiones acaloradas o evitación de cualquier interacción con el otro. Sensación de incomprensión, falta de apoyo y empatía y «sentirse solo».
-Sentimientos de agotamiento emocional e incapacidad para hacer cambios en la relación y/o sentir que «se ha dejado de ser uno mismo».
-Actitud defensiva que supone un modo de culpar a la pareja. Lo que se sugiere es «el problema no soy yo, eres tú».
La actitud defensiva agrava el conflicto.
-Actitud evasiva: Es más frecuente en parejas que llevan mucho tiempo en una espiral negativa.
La persona evasiva actúa como si no le importara en absoluto lo que el otro dice, somo si ni siquiera lo oyera.
-Sentirse abrumado.
Generalmente las personas recurren a la evasión como una protección para no sentirse abrumadas. Esto ocurre cuando la negatividad de uno de la pareja (en forma de crítica, desprecio o actitud defensiva) resulta tan abrumadora, que la otra persona se siente conmocionada y hace cualquier cosa por evitar al otro.
La salida suele ser distanciarse emocionalmente de la relación.
Momentos cruciales que conducen a la decisión del divorcio
Antes de que se tome la decisión del divorcio se pueden distinguir unos momentos o etapas:
-Existe un período pre-ruptura de «ambivalencia» donde empiezan las dudas sobre la relación, fantasías de romances o de abandono de la relación.
–Distanciamiento: la ambivalencia por seguir en la relación se traduce en distanciamiento entre los miembros de la pareja como una falta de disponibilidad afectiva y física (sin que disminuya el resentimiento mutuo).
Aquí se establece un patrón de conducta: el que quiere separarse tratará de ganar distancia y el otro responderá a esa falta de disponibilidad (interrogatorios, hipervigilancia, celos obsesivos, conductas de comprobación).
–Fantasías de separación: Uno de los dos fantasea sobre cómo será vivir solo, qué actividades haría; convirtiendo esas fantasías en actitudes y conductas concretas (buscar un piso, programar un viaje..).
En Psicólogos Sexólogos Zaragoza, hay parejas que han acudido a terapia de pareja antes de llegar a una ruptura y han conseguido aprender y fortalecer la relación.
Otras han acudido cuando uno ya ha decidido romper y han realizado una terapia de divorcio para terminar de la mejor manera posible.
Y otras veces ha acudido solo uno de los dos para afrontar el duelo de la separación, aprender de la pérdida y no repetir patrones en el futuro.
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